martes, 30 de abril de 2013

De como el desempleo puede convertirnos en verdugos

Tras los horrores del régimen nazi, sostenía la filósofa de origen judío Hannah Arendt que no había que avergonzarse de ser alemán, sino de ser un ser humano, pues son la insolidaridad y la obsesión del hombre por defender su seguridad privada las que indujeron a la sociedad alemana a mirar hacia otro lado ante la existencia de campos de concentración o el exterminio étnico. De ahí que ese comportamiento pueda repetirse en otros países sometidos a una profunda crisis económica. Así lo explica en su artículo "Culpa organizada y responsabilidad universal", publicado en 1945 en "Jewish Frontier" y que RBA ha incluido en su volumen "Los hombres y el terror":
"Cada vez que la sociedad, por medio del desempleo, frustra a este pequeño hombre en su funcionamiento normal y debilita su respeto por sí mismo, lo entrena para ese último estadio en el que aceptará voluntariamente cualquier función, incluso la de verdugo"
Hannah Arendt
Según Arendt, esa es la diferencia entre el concepto de "ciudadano", imbuido de un sentimiento cívico respecto al prójimo, y el de "burgués", donde la defensa de lo privado se impone sobre cualquier otro tipo de interés colectivo. Y el resultado final del "burgués" es el "mafioso", un fenómeno internacional, afirma esta pensadora.

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